La guerra comercial China-EE.UU. es golpe a golpe, a una velocidad de vértigo: frente al 10 por ciento de aranceles que Donald Trump impuso a los productos que su país importa desde China –y los ataques contra la app china Tiktok— Xi Jinping contraatacó golpeando a Google. Este martes –minutos después de la entrada en vigor de los aranceles-, la Administración Estatal de Regulación del Mercado de China anunció que ha iniciado una investigación formal sobre Google por «presunta violación de la Ley Antimonopolio de China», sin ofrecer más detalles.
La medida es de carácter simbólico: la presencia de Google en el país asiático es mínima, puesto que el buscador está bloqueado desde 2010 por el Gobierno chino. No hay forma de entrar a los servicios del motor de búsqueda, Gmail, Google Maps, YouTube y otros, a menos que se use un programa “red virtual privada” (VPN) que borra el ID del dispositivo desde donde una persona quiere entrar a esos sitios web, algo que no siempre funciona y es incómodo.
Entre líneas se puede leer que Xi Jinping planificó un contraataque suave que evita grandes escaladas: dadas las operaciones tan limitadas de Google en China, el impacto será ínfimo sobre la empresa, de tomarse alguna medida. Y a Beijing le queda un margen muy grande para intensificar sus respuestas frente a EE.UU. en caso de que Trump doble la apuesta en el futuro.
Golpe a golpe
La investigación llega después de que Trump ordenase tomar medidas para desarrollar un fondo de inversión gubernamental que, según dijo, podría utilizarse para buscar un comprador estadounidense para TikTok, propiedad de la empresa china ByteDance. De todas formas, Donald Trump ya declaró que habrá contacto pronto con las autoridades chinas: este seguramente será otros de sus poco diplomáticos ataques que hace mediante sanciones muy fuerte, antes de sentarse a negociar a cara de perro.
Beijing había prometido el domingo represalias para «salvaguardar firmemente» sus derechos e intereses, además de presentar una demanda ante la Organización Mundial del Comercio por las «prácticas ilícitas» estadounidenses.
Estas batallas comerciales entre China y EE.UU. ya llevan lustros, pero nunca fueron una guerra abierta –y difícilmente lo serán— ya que sus economías tienen interdependencia en muchos rubros. Elon Musk produce la mayoría de sus autos eléctricos en China y Apple, al menos por ahora, construye allí la mayoría de sus dispositivos, además de comercializarlos en ese gigante mercado de consumidores: el desacople total es casi imposible. Donald Trump busca frenar el desarrollo tecnológico chino –en vano hasta ahora, en especial con la irrupción de DeepSeek– y en el corto plazo, Washington pretende equilibrar más a su favor la balanza comercial entre los dos países. Estas batallas comerciales tienen la misma limitación de la antigua Guerra Fría EE.UU.- URSS: el temor a la “doctrina de la destrucción mutual asegurada”, que entonces era en relación a bombas nucleares y ahora –a escala no bélica— es por el daño económico mutuo que se infligirían.
Google versus Huawei
China ha mantenido a Google en la mira desde el comienzo de esta contienda económica. En 2020 China se planteó abrir una investigación antimonopolio sobre el negocio Android de Google (el sistema operativo de los celulares). Fue a partir de una denuncia que hizo en la justicia el gigante chino de las telecomunicaciones Huawei.
Las sanciones de EE.UU. contra Huawei le impiden instalar en sus aparatos software “made in USA” como Google Mobile Services, un conjunto de herramientas usado en la industria de los teléfonos inteligentes. Esto obligó a la empresa a desarrollar su propio sistema operativo Harmony OS, el cual no logró imponer en el resto del mundo: Android tiene el monopolio casi total –salvo en teléfonos Apple– lo que ha provocado investigaciones sobre falta de competencia en varios países. En China, varios fabricantes de teléfonos inteligentes dependen de una versión de código abierto de Android.
En diciembre pasado, la justicia china abrió una investigación antimonopolio sobre Nvidia, el gran fabricante de chips en EE.UU. que tienen un papel clave en el desarrollo de la IA generativa. Esto sucedió luego de que Joe Biden restringiera aún más el acceso de China a los semiconductores de alta gama. Esto no impidió que DeepSeek creara un sistema de IA a la altura de ChatGPT, usando incluso chips de NVIDIA de mejor calidad, los únicos a los que pudieron acceder.
Hasta hace 15 años, Google funcionaba en China pero adaptado a las limitaciones que le imponía el gobierno en búsquedas de temas de política interna. Pero comenzó a recibir ciberataques y finalmente decidieron no ofrecer más ese servicio, ni ningún otro. Y por decisión propia, Google ha decidido no vender sus tecnologías para almacenar datos en la nube en China, considerando que las leyes locales podrían amenazar las garantías de privacidad y seguridad que ofrece a los clientes en otros mercados. China permite a sus empresas nacionales anunciar en Google para comercializar sus productos en el mundo.
La mirada del historiador
Alejandro Galliano –filósofo e historiador estudioso del pasaje del capitalismo fordista 2:0 al digital 4:0— analizó los nuevos episodios político-tecnológicos para Página/12: “pensemos en lo que pasó entre el gobierno de Brasil con Lula a la cabeza y Elon Musk, en relación al actuar de la red X en Brasil y su pretendida “libertad” para poder difundir fakes, algo que ya había sucedido con el gobierno de Narendra Modi en la India; parecía que esos gobiernos iban a prohibir a una plataforma multinacional para que dejara de operar en su país; y después arreglaron. Lo que viene sucediendo en varios lugares del mundo es una especie de paritaria entre los gobiernos nacionales y las plataformas globales, que siempre se resuelve con la plataforma adaptándose a determinados requerimientos del gobierno nacional; pareciera que se está yendo hacia una territorialización y fragmentación nacional de estas plataformas para poder operar en diferentes países. En este caso, China es la campeona en territorializar plataformas, así que quizás lo que está buscando es hacer eso. Lo están intentando actores muy poderosos como la UE y China, e incluso están logrando ciertos objetivos en este sentido otros países de menor peso geopolítico y a la vez integrados al mundo liberal como la India y Brasil, que hacen que esas plataformas se adapten a sus regulaciones. Lo que se está viendo en el mundo son intentos de los estados por desglobalizar el funcionamiento de plataformas globales”.
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